Volver, cabalgando, a la Tierra Media. ‘El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim’

El 5 de diciembre del pasado 2024 se estrenaba en cines La Guerra de los Rohirrim, la última obra que nos devuelve a la Tierra Media. Lo normal, siendo una de esas franquicias infalibles que reclama a millones de fans de todo el mundo, es que hubiera sido un éxito. Al menos en lo que se refiere a recaudación. Nada más lejos de la realidad. La película anime, dirigida por Kenji Kamiyama (Ghost in the Shell: Stand Alone Complex, Star Wars: Visions), no ha logrado alcanzar ni siquiera el coste de producción de 30 millones, quedándose en los 20. Ante tal situación, Warner tardó poco más de un mes en lanzarla en streaming, primero para alquilar o comprar en Prime Video, y desde el 28 de febrero se puede ver dentro del catálogo de Max.

La desventura de la obra en cines me hace pensar que el agotamiento de las franquicias ya no es sintomático solo en Marvel. Aunque algunos medios señalan un aprovechamiento de la ola que generan productos concebidos en el mismo universo, esto me genera dudas. No puedo evitar preguntarme cuál hubiese sido el destino de esta película si nunca se hubiese estrenado Los anillos de poder (2022). Cuando volver a la Tierra Media ya no es una novedad, quizá no nos interese tanto realizar el viaje. Al menos, cuando volver al mundo de Tolkien ya no es una experiencia inolvidable, teniendo en cuenta que los últimos viajes realizados nos dejan un sabor de boca agridulce. Para algunos, directamente amargo. Y cuando el interés por realizar el viaje queda diluido, nos pensamos dos veces abonar ese billete.

Aunque en otro momento abordaré los numerosos problemas que eclipsan los grandes aciertos en la macroproducción de Amazon, no hay que olvidar que el viaje de la mano de Peter Jackson en la trilogía de El Hobbit tampoco fue el mejor. Sobre todo para los lectores de Tolkien. En las salas, aquello pudo ser una experiencia disfrutable, pero esta trilogía no está envejeciendo precisamente bien. Y, por supuesto, está muy lejos de permanecer imborrable en la memoria como lo sigue haciendo El señor de los Anillos más de veinte años después.

Por esto, los dos últimos viajes anteriores a la Tierra Media (cinco si separamos las tres películas de El Hobbit y las dos temporadas de la serie) diluye las ganas de volver. Sin embargo, La guerra de los rohirrim es una película a reivindicar para volver a disfrutar del viaje a caballo desde Édoras al Abismo de Helm.

 

Por qué volver a la Tierra Media con La Guerra de los Rohirrim

Si pensamos en la escena que más nos ha hecho vibrar en la historia del cine no tengo muchas dudas de que muchos pensaremos en La carga de los rohirrim en El retorno del rey (2003). Introducidos los personajes de Rohan en la película anterior, veíamos cómo el rey y su pueblo vivían la decadencia de lo que antaño fue un pueblo glorioso. Orgullosos y fuertes, la gente de Rohan había tenido grandes héroes en el pasado, pero ahora estaban bajo la sombra del Enemigo. Tras la reconstrucción vital de este pueblo en Las dos Torres (2002), con la ayuda de Gandalf, Aragorn, Legolas y Gimli en el Abismo de Helm, la carga de los rohirrim es el momento de su épico resurgir. La música acompañaba a unos jinetes de Rohan que reivindicaban su lugar en la Tierra Media cuando esta había perdido toda esperanza.

Antes de aquella escena, Théoden, rey de Rohan, pronunciaba en Las dos torres: «el cuerno de Helm resonará en el Abismo una última vez«. Ese es el momento en el que la batalla cambiaba su curso para que, poco después, Gandalf, en el amanecer del quinto día, liderase la victoria en su descenso desde la loma. Quién es Helm, por qué ese lugar legendario lleva su nombre, qué héroes del pasado reivindican los rohirrim y qué misterios encierra aquel bastión es lo que tenemos en La guerra de los rohirrim. Es más, todas estas connotaciones no solo enriquecen a los Hombres de Rohan, sino que aquellas escenas de la trilogía pueden cobrar aún más fuerza, si cabe, después de ver este producto.

 

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Pero esta historia no vive por completo de las reminiscencias, pues es un relato que funciona por sí mismo. Contemplamos aquí una Tierra Media animada que se sitúa 183 años antes de lo acontecido en El Señor de los Anillos. Ver este universo desde la animación ofrece un punto que me resulta irresistible. La animación al servicio de universos fantásticos ofrece enormes posibilidades para colmar nuestro ojo de maravillas. Y, sin tener que recurrir a presupuestos desorbitados para recrear escenarios de la Tierra Media, la animación es una posibilidad que no se debe desperdiciar.

La animación a menudo tiene la capacidad de poner en pantalla lo escrito en una novela mejor que la acción real. Solo hay que ver el monólogo interior que nos ofrece el anime. Además, ver ciertos acontecimientos de El Silmarillion animadas es algo por lo que yo sí pagaría el billete.

Helm es un personaje gris, un héroe en la frontera del antihéroe. Su hija, Héra, la principal protagonista, adquiere aquí el papel de la mujer guerrera. Esto que se reivindicaba ya con Éowyn en El retorno del rey tiene aquí una razón de ser, narrativamente, bien traída. Las viejas alianzas de los Hombres y su carácter corrupto es otro de esos temas siempre presentes en la Tierra Media. La sombra del Mal siempre estaba acechando, sobre todo a esta raza.

 

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Para realizar un último esbozo de lo que presenta La Guerra de los Rohirrim, tenemos un relato que amplía la historia de la que siempre parece la raza débil, pero que siempre ofrece la última esperanza. No son los hobbits, sino la raza de los Hombres. La resistencia contra Sauron ya se atisbaba aquí, y la historia de Rohan ofrece esa lucha del orgullo contra el Bien, de la perseverancia contra el Mal tan propiamente humano.

Pero, por encima de todo, tenemos el tema de la lucha contra un destino que ha sido impuesto por ciegas tradiciones. El paralelismo entre Éowyn y Héra va más allá de la voz de Miranda Otto, pues se ofrece una perspectiva interesante: el destino de los pueblos de la Tierra Media (beneficio colectivo) podría residir en la lucha por el destino individual.

 

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