La saga de Misión Imposible nunca se ha escrito como un gran arco con un destino premeditado, cada película avanzaba por cuenta propia, no necesariamente ignorando las anteriores por completo, pero sí ofreciendo relatos autoconclusivos con cierta continuidad entre ellos. Y esta fórmula es perfecta para una saga como esta. Las historias autocontenidas permiten crear películas fáciles de seguir donde el guion es simplemente un camino a seguir a servicio del rugiente motor de la saga: la acción. Y a los mandos de dicha acción ha estado Tom Cruise durante casi treinta años. Aunque la IP sea anterior a su primera rendición del agente Ethan Hunt, es complicado pensar en Misión Imposible sin él, se siente raro incluso. Pero Tom Cruise tiene 62 años y alguna de estas películas tendrá que ser la última. Aunque nunca hubiese un desenlace premeditado, qué menos que celebrar todo este viaje y terminar en una nota que no sea un “continuará”.
El último proyecto mano a mano entre Tom Cruise y el director de Rogue Nation (2015) y Fallout (2018) Christopher McQuarrie parecía que iba a dar el cierre que la saga se merecía. Con el estreno de la primera parte de este arco, Sentencia Mortal – Parte 1 obtuvo una recepción mixta y con ello se replanteó el proyecto y la película perdió el «parte uno». La obra que ha llegado a los cines es el resultado de lo que iba a ser un proyecto mucho mayor y, por desgracia, el resultado final sufre por ello.
En las casi tres horas que dura Misión imposible: Sentencia Final, la película trata de establecer su propio arco mientras simultáneamente quiere unir todas las anteriores y dar cierre a esta etapa. Creo que el problema reside en esto, en la tarea imposible (valga el doble sentido) que se han propuesto. El grueso lo componen diálogos y diálogos que intentan establecer todas estas uniones y preparar el tono de los set pieces principales. Mientras que en anteriores películas la historia era una excusa para llevarnos de una escena de acción a la siguiente, aquí se siente como una imposición. La exposición transcurre con unos aires de solemnidad que nunca había atribuido a la saga y el resultado fue un ritmo totalmente insatisfactorio.
Los diálogos plano contra plano cuentan una historia que no es necesariamente aburrida pero sí carece de cualquier tipo de vitalidad. Desconfía en todo momento de que el espectador no sienta el riesgo y la tensión de todo lo que está en juego y en el proceso se siente un sermón. La saga no es ajena a este tipo de tramas, de hecho, esencialmente es el mismo tipo de historia que hemos tenido desde el principio. La diferencia en Sentencia Final reside en la necesidad que tiene de hacer de su cierre algo grandilocuente.
La saga de Misión Imposible no es lo que es únicamente por sus escenas de acción. Ethan Hunt abordando un avión en pleno vuelo, el salto HALO, la escalada del Burj Khalifa; ninguna de estas escenas pasan en un vacío. Para reencontrar esta esencia me propuse revisitar la primera película de la saga con McQuarrie, Rogue Nation, y creo que he llegado a la conclusión de que los momentos más brillantes de la saga consistían en la capacidad de llevarnos de un set piece a otro siempre con un tono juguetón. La historia sigue siendo esta americanada de justicia desde la sombra y las fuerzas del bien contra las del mal, pero es mucho más inteligente en su planteamiento. El arranque es directo al grano, no se complica planteando ningún dilema. Se habla de una bomba pero da igual, ver a Tom Cruise agarrado a un avión en el aire crea suficiente tensión por sí mismo. Luego la trama se desarrolla pero lo hace al servicio de los tropos de la saga. No sabría decirte desde el recuerdo qué pasa en detalle más allá de que Ethan Hunt se vuelve un fugitivo y hay una nación secreta moviendo los hilos en la sombra. Viajamos de un país a otro porque sí, hay una explicación pero la película no pierde tiempo dándote detalles. Y es que en esencia no importa. La emoción reside en el aquí y ahora.
Con el tiempo, Misión Imposible Sentencia Final llega a sus escenas de acción y, aunque separadas del conjunto son de lo más espectacular en toda la saga, no terminan de funcionar como podrían. Un elemento clave durante toda la saga es la personalidad y el tono que da cada localización. Siguiendo el ejemplo de Rogue Nation, muchas de estas escenas se construían en torno a las capacidades únicas que proporcionaba cada lugar que visitamos. La ópera en el teatro abría miles de oportunidades para la acción con las que la película se divertía jugando. Este jugueteo va desde el uso de las opciones únicas que da el escenario con Ethan escalando por las cuerdas y contrapesos del teatro, hasta la edición que acompasa paralelamente la misión de Ethan con el desarrollo de la opera. En Sentencia Final la solemnidad también impregna a los set pieces y aunque impresionantes pierden este elemento juguetón que daba tanta personalidad.
Pero Misión Imposible: Sentencia Final ni siquiera llega a cumplir lo que incluso el título propone. Finalizado el conflicto la película no se atreve a dar una conclusión que dé punto y final a la saga, la historia de Ethan Hunt termina pero no necesariamente cierra; deja hueco a que pueda continuar en otro momento. Las últimas declaraciones tanto del director como del propio Tom Cruise apoyan este mismo sentimiento, y es que parece que esta película podría no ser la última. De momento solo son habladurías pero a cualquiera le costaría abandonar una gallina de los huevos de oro como esta, sea Tom Cruise mediante o no.
Pero vicios de Hollywood a parte, creo que hay una nota positiva con la que quedarse. En la sesión en la que que vi Sentencia Final, previamente a la película en sí se proyectó un mensaje de Tom Cruise hacia el público que esencialmente decía: “Hemos hecho esta película para vosotros, esperemos que la disfrutéis.” Porque al final da igual que yo personalmente pueda pensar que es fallida o no sigue la esencia de la saga, sea lo que sea eso. Misión imposible, incluso en sentencia final, sigue siendo un proyecto lleno de pasión y mimo por lo que hace. El equipo detrás, ya sea Tom Cruise o McQuarrie, cree en su creación. Puede que no aterricen lo que se proponen, pero decir que Sentencia Final es un producto de poca calidad o sin alma sería un error terrible.