El 4 de abril llega a la plataforma Filmin la última película de François Ozon, Cuando cae el otoño, una historia sobre la complejidad del ser y las segundas oportunidades que ganó el Premio del Jurado al Mejor Guion en el Festival de San Sebastián.
Nos relata la historia de Michelle, una mujer jubilada, interpretada por Hélène Vincent, que vive en un apacible pueblo de la campiña francesa. En compañía de su mejor amiga, Marie-Claude (Josiane Balasko), va a buscar setas en el bosque, que después preparará para dar la bienvenida a su hija y a su nieto, quienes van a pasar unos días de vacaciones. Un inicio de trama familiar y aparentemente inocuo que se va oscureciendo cuando, nada más tras su llegada, la hija de Michelle come setas venenosas por accidente y decide volverse a París con el niño, resurgiendo así las tensiones entre madre e hija. En paralelo, conocemos el hijo de Marie-Claude (Pierre Lottin) y su reintegración a la sociedad, después de haber cumplido condena en prisión.
La actuación magistral de la protagonista, con una más que merecida nominación al César a la Mejor Actriz, nos hace ir rompiendo los esquemas iniciales que nos formamos de Michelle a medida que vamos conociéndola más. Y es que tras la apariencia de inocencia y amabilidad puede esconderse algo más oscuro, unas motivaciones y un instinto maternal que nublan las buenas intenciones de la protagonista: así, Ozon evidencia la tan a menudo santificada figura de la abuela y del abuelo, exentos de toda malicia.
Además, cabe hacer notar la elección del elenco de Cuando cae el otoño, una reivindicación en toda regla de las actrices mayores que aceptan con orgullo su edad, y es que su presencia en pantalla se suele ver reducida a papeles secundarios a medida que pasan los años.
En su obra el director reconoce la influencia del escritor belga Georges Simenon con sus atmósferas de pueblos de provincia plagados de secretos y verdades ocultas tras las contraventanas. Mediante el ambiente idílico de la campiña francesa, Ozon nos advierte del poder de la naturaleza: puede ser maravillosa y bella, a la vez que peligrosa e igualmente letal, con las setas como símbolo y detonante dramático.
Al ser la hija de Michelle la única que come las setas venenosas, nos empezamos a cuestionar si realmente debemos creer en la bonanza de su cocinera. Y es en este punto donde entramos en el juego al cual nos ha invitado el director, lo implícito y lo que se menciona fuera de campo, las posibilidades de interpretación de los personajes según los ojos que lo perciben.
Esta ambivalencia es igualmente válida para otros protagonistas, cuyas intenciones debemos intuir tras las palabras que pronuncian. El hijo de Marie-Claude, encarnado por Pierre Lottin (Concha de Plata a la Mejor Interpretación de Reparto) es un exconvicto, con una realidad claramente dictaminada por las acciones de su pasado, personaje a partir del cual Ozon plantea el tema de las segundas oportunidades y la capacidad de cambio. Hay un momento especialmente determinante (no desvelaremos cuál es para evitar un spoiler) que nos permite realmente hacernos dudar la percepción que tenemos de él, así como pasa de igual manera con Michelle: a medida que vamos conociendo más aspectos de su pasado podemos ver la cantidad de grises que conforman las personas.
Cuando cae el otoño es la muestra del talento multifacético de François Ozon y su capacidad por rodar cintas de varios géneros. Se puede clasificar como un thriller, pero es mucho más. Es un drama realista que rebosa cotidianeidad, es una historia de relaciones familiares y un relato de los misterios que conforman la psique de cada persona.