Es complicado creer que una banda con solo dos sencillos publicados fuese descrita como “la mejor banda del mundo» por un medio de la talla de The Quietus. Pero es aún más complicado de creer que, seis años después, el grupo siga a la altura de las expectativas. En apenas tres años juntos, la banda británica consiguió colarse en las listas internacionales de los discos más vendidos con el aclamadísimo Ants From Up There y, desde entonces, Black Country New Road se ha convertido en el grupo de culto menos secreto. BCNR no solo vive un pico de popularidad, sino que se ha convertido en el ojito derecho de toda una comunidad de internet de entusiastas por la música. Aupados en parte por la positiva cobertura del crítico Anthony Fantano, BCNR vive inseparable del corazón de mucha gente. Muchos artistas consiguen números mucho mayores, pero es complicado ver una comunidad tan definida al mismo tiempo que apegada. The Weeknd es escuchado en órdenes de magnitud completamente diferentes, pero dudo que más de un 25% de su público lo considere su artista favorito, es lo natural. Pero, dando cuenta del fenómeno al que asistimos, no es el caso de Black Country New Road.
Es por esto que cuando llegó la noticia de que el cantante y letrista Isaac Wood se bajaba del barco sonaban todas las alarmas entre su público. El líder de BCNR dejaba la banda por problemas de salud mental, pero para tranquilidad de todos, el resto de los integrantes continuaron en el proyecto con la misma intensidad de siempre. Con la grabación de Live At Bush Hall el grupo se volvía más que nunca un proyecto colaborativo. Sin una figura de frontman, los diferentes integrantes presentaban sus propias canciones para luego interpretarlas ellos mismos. La marcadísima personalidad de Isaac Wood como cantante evolucionaba en esta grabación en múltiples voces, cada una con una propuesta diferente. Sin ser un disco de estudio, Live At Bush Hall era un pronóstico más que positivo a lo que estaba por venir, y dos años después llega el tercer disco de estudio Forever How long.
Georgia Ellery se estrena como cantante en la primera canción del disco Besties, una introducción a los temas y motivos que atraviesan toda la carrera de la formación británica. La flautista de BCNR nos narra una amistad que se mezcla con un amor no correspondido. En una conversación que no es respondida se cuelan los pensamientos intrusivos de nuestra narradora: «Remember when I said he shouldn’t treat you that way / and are you sure? / I know I want something more / And what about you? / In fact, don’t answer that”. También se nos introduce aquí al sonido del proyecto. Su estilo a lo largo de su carrera se puede describir como a veces math-rock, a veces post-rock, pero siempre barroco. En Besties la banda lleva esto a la literalidad al incluir directamente un instrumento del Barroco con mayúscula, un clavecín, que incorpora para el resto del álbum un tono que puede ser tan festivo como agridulce.
En The Big Spin la teclista May Kershaw se hace con el micrófono para narrar los versos más surrealistas del proyecto. Pero su interpretación y la instrumentación que la acompañan nos apuntan a algo más, y descubrimos que estamos ante la visión escapista de una persona atrapada en una cárcel de cotidianidad. La banda, compuesta por músicos con formación clásica, no le hace ascos a ningún instrumento y aquí incluyen una mandolina que es la que confirma la tragedia de la historia.
Tyler Hyde, la que fue la voz más recurrente en el anterior proyecto, también lo es en este. La originalmente bajista se hace esperar hasta la tercera canción, Socks, la grabación más compleja del disco. En una especie de musical, la interpretación de Hyde sube y baja como un instrumento más que lidera al resto de la banda. Poniendo la vista atrás, habla dirigiéndose con un amigo, del que intenta superar sus demonios: “Where you shall pass, I, too, shall pass, / all things must pass”.
Happy birthday nos devuelve al sonido noise progresivo al que los anteriores discos nos habían acostumbrado pero sin renunciar a la experimentación con instrumentos ajenos al rock. Hablando sobre una desconexión entre generaciones, nos sirve de preámbulo y contraste para uno de los momentos destacados del disco, que llega con For The Cold Country. En un viaje intrincado May Kershaw, junto al caballero medieval que describe, lleva a la máxima expresión el tema de la amistad a través del tiempo y la lucha del día a día.
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En la despedida final, Goodbye (Don’t Tell Me) nos confirma que el tiempo ha pasado, se ha acabado una etapa pero surge una nueva. Black Country New Road no es como conocíamos, pero sigue siendo Black Country New Road. La que en realidad es la canción más antigua del disco, pues apareció en varias actuaciones posteriormente de la retirada de Isaac Wood, recoge todos los pensamientos que las nuevas canciones han ido sembrando. Forever Howlong nos habla de lo que buscamos en otros pero también de lo que otros buscan en nosotros, pues incluso cuando las circunstancias pesan, todos somos objetos de amor: “Leaning on me when I feel so incapable / I’ve fallеn in love with a seedling A towering flower that’s grown”
Se echa de menos la voz del saxofonista Lewis Evans que en Live at Bush Hall servía de contraste no solo en su sonido pero también con letras más directas y narrativas, letras que en este proyecto pueden llegar a ser motivo de saturación. Pero se puede afirmar con alegría que el nuevo proyecto de Black Country New Road es una prueba de creatividad desmedida. Es cierto que esta explosión puede diluir alguno de sus detalles y su cohesión, pero el resultado es el de una declaración artística llena de personalidad y valentía. El futuro de la banda en esta segunda etapa sigue igual de prometedor que al principio en lo que parece una segunda infancia para los integrantes, un totum revolutum de ideas inspiradas e inventivas que brillan con entusiasmo.