Con el anuncio del estreno de Daredevil: Born Again la anticipación era palpable. La tercera temporada de Netflix había dejado más que buen sabor de boca para crítica y público. El spin-off de The Punisher también fue muy bien recibido, aunque este no he tenido la oportunidad todavía de echarle un vistazo. En los últimos años, Daredevil, junto a la película Logan, han sido las obras que más han brillado en mi recuerdo de lo que ha sido las adaptaciones a la pantalla del universo Marvel. Ninguna de las dos pertenecen exactamente al MCU, y era esta libertad de desentenderse del multiverso lo que les permitió diferenciarse. Esta nueva temporada se estrenaba sin estar muy al tanto de la situación que la rodeaba, por lo que entré con la ilusión que me dejó la anterior temporada. Temporada que ahora, mientras escribo, descubro con horror que se estrenó hace siete años.
El primer capítulo no hizo más que confirmar mi positivismo. La tensión estaba por las nubes y la propuesta visual no hacía más que elevarla. El color y la composición, el cambio de aspect ratio cuando Matt Murdock hace uso de sus sentidos, la edición precisa como un cirujano… Solo había que fijarse en la introducción del personaje Bullseye para darse cuenta de que la serie tenía una propuesta definida y una intención artística clara. Y llegó el segundo capítulo y estaba… ¿Bien? Pero sólo eso, bien.
La primera impresión es que el aspecto de la serie no es el mismo, tampoco lo es la dirección e incluso (al revisitarlo ahora) las cámaras usadas son diferentes. No puedo decir que fuese tan perspicaz de haberme dado cuenta en el primer momento, pero según avanzaba la serie la sensación era cada vez más agridulce, pero no sabía decir exactamente por qué. Investigando sobre la producción de esta nueva temporada, descubrí que la serie desde el primer momento había estado envuelta en problemas y polémicas.

Daredevil: Born Again no es solo producto de la pandemia sino también de la huelga de guionistas. Al ser concebida como un producto para Disney +, la idea original era la de hacer un producto que se separase de las temporadas de Netflix para poder entroncar con el dichoso MCU. Pero con el inicio de la huelga de guionistas en 2023 la producción quedó paralizada y surgió la oportunidad de retractarse para hacer algo diferente. Esta reestructuración llevó a que el showrunner de The Punisher, Dario Scardapane, asumiera el control creativo y se le diera la responsabilidad de hacer de Born Again una temporada en línea con las originales. Como parte de este proceso, el showrunner original Matt Corman y el guionista principal Chris Ord también se unieron al proyecto para la regrabación de ciertos episodios.

Pero tanto showrunners como guionistas han tenido que escalar una montaña escarpada, y el proyecto finalizado sigue teniendo la impronta de una producción complicada. El primer capítulo y los dos últimos son las adiciones completamente nuevas que resultaron de la pausa de producción, mientras que el resto es el contenido reciclado de la idea original de Disney. Esto explica que durante gran parte de la serie, la sensación es la de falta de un hilo conductor fuerte con un Daredevil diluido, que juega al renacimiento pero que se queda a medio gas en todo lo que hace.
La propuesta de Disney desarrolla una historia con dos protagonistas en arcos paralelos, ambos renacidos. Matt Murdock deja atrás la máscara que en un momento fue la fuente de sus fantasmas para centrarse en ayudar a los demás con otros medios. Wilson Fisk abandona el crimen clandestino para dar el paso a la vida política. Esta propuesta interesante lo es más cuando los dos arcos chocan entre sí, pero ninguno de los dos acaba de comprometerse del todo y queda en algo a medio camino. No sentimos que el renacer de Matt Murdock sea completo porque gran parte de la serie ignora los eventos del primer capítulo y cuando por fin decide usar la máscara el peso narrativo es nulo. Wilson Fisk parece dar un paso lógico pero contradice por completo lo sucedido en la temporada 3. Su conflicto es el más interesante y mejor ejecutado, pero sufre al tener muchas escenas que no construyen sobre sus bases.
Uno de los conceptos más interesantes de los capítulos de Disney es la trama alrededor de la corrupción policial. No es habitual ver en el MCU alusiones tan directas a problemas sociales tan polémicos. Es incluso más sorprendente al ser una referencia directa, hasta el punto de que estos policías usan como iconografía la calavera de The Punisher, un fenómeno real en el movimiento radical de Blue Lives Matter. Pero de nuevo el problema es que la serie, aun sabiendo crear propuestas matizadas y atractivas, no sabe qué hacer con ellas. La resolución que da el segundo capítulo para el conflicto de justicia representado en Matt y en la policía corrupta es de lo más inteligente, pero esta semilla no se termina de cosechar de verdad hasta los dos últimos episodios donde el equipo clásico toma las riendas.
Uno de los peores capítulos es el del atraco al banco, donde Matt Murdock es secuestrado pero también lo es toda la trama de la serie. El único elemento reseñable es el intento de este capítulo de acercar a Daredevil el universo MCU con la mención de Ms. Marvel. El tono fluctúa en general a lo largo de toda la serie, sufriendo más cuando intenta ser más ligero. También se hace notar la ausencia de personajes secundarios clave en las temporadas de Netflix. Han sido esenciales en la construcción de la identidad de Matt Murdock y Daredevil, y en una temporada cuyo conflicto principal es el de la propia identidad parece que el guion tiene amnesia durante la mayor parte de su recorrido.
Esta situación resume todas las asperezas de la serie. La cinematografía que brillaba en el primer capítulo no vuelve a hacerlo hasta los dos últimos. Las escenas de acción están en general muy bien coreografiadas a lo largo de toda la serie, pero solo terminan de destacar cuando la dirección de una cámara, más en un estilo de cine asiático, es la que marca el ritmo en el primer capítulo y en los dos últimos.
La ausencia de Daredevil podría haber sido justificada si todos los conflictos a su alrededor tuviesen una dirección más clara, pero el resultado es que se siente barato que nos dejen sin el mayor atractivo de la serie. Los capítulos deambulan con momentos puntuales que son los que te hacen seguir viendo la serie hasta que llega la conclusión. Los dos capítulos finales son testigo de lo que podría haber sido la serie, pero que en cualquier caso consiguen elevar lo anterior y sentar una base interesante para una nueva temporada que, esta vez sí, va a ser concebida desde el inicio por los showrunners clásicos. Daredevil Born Again es un renacer forzado pero que en última instancia ha sabido rectificar y merece la pena por sus momentos más álgidos.