Incluso en los tiempos más oscuros, la moda y el arte han tenido su voz. Pocos nombres evocan tanta reverencia como el de Cristóbal Balenciaga. El diseñador español es una figura eterna en el mundo de la alta costura, y sus diseños perduran aún hoy como símbolo de excelencia. “Nadie puede hacer un vestido Balenciaga, solo él”.
Cristóbal Balenciaga creció entre telas. Nació en 1895 en Getaria, un pequeño pueblo del País Vasco. Su madre era costurera, lo que hizo que desde niño pasara muchas horas admirando su trabajo. Esto despertó en él un profundo interés por la moda.
En 1917 abrió su primer taller, con la ayuda de su hermana, y en poco tiempo ganó relevancia. La aristocracia y la realeza que frecuentaban su taller le otorgaron prestigio. Esto le permitió expandir su negocio a un segundo taller, Eisa, en honor a su madre y dirigido a la clase media. Gracias al éxito de estos dos talleres, en 1927 sus diseños abrieron una nueva casa en Madrid, y un año después en Barcelona.
El legado de Cristóbal Balenciaga
Era un maestro en la construcción de prendas. Según sus propias palabras: “Un modisto debe ser arquitecto para los planos, escultor para las formas, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo en el sentido de la medida.” Christian Dior, otro gigante de la moda, dijo de Balenciaga: “Es el maestro de todos nosotros”. Esto refleja el respeto que le tenían incluso los más grandes diseñadores de su tiempo. Coco Chanel también afirmó: “Balenciaga es el único verdadero couturier entre todos nosotros.”
Es importante remarcar el marco histórico en el que se sitúan sus diseños: un periodo en el que las prendas eran oscuras y holgadas, una época en la que la moda no acaparaba miradas. Pero Balenciaga supo mirar y ver, imaginar y diseñar, creando una obra digna de museo. En 1936, la Guerra Civil azotó España y Balenciaga se exilió en París. Cerró entonces todos sus talleres en España y, ya instalado en la capital francesa, abrió la casa Balenciaga.
Su primera presentación de colección fue un éxito inmediato. Creó siluetas revolucionarias, volúmenes y cortes que marcaron la moda en los años 40, hasta 1968, cuando la alta costura perdió fuerza frente al prêt-à-porter. Popularizó formas completamente nuevas en la moda femenina, como la línea saco (sin cintura), la línea baby doll y las mangas tres cuartos, que fueron innovadoras en los años 50 y 60.
En 1968, en el apogeo de su fama, Balenciaga cerró su casa de moda. Dijo que no podía continuar en una industria que ya no respetaba la alta costura. Era un perfeccionista en toda regla, famoso por rehacer un vestido múltiples veces hasta que quedara perfecto. Se decía que podía pasar horas ajustando una sola costura.
La moda como puente entre arte y narrativa
Una vez más, hemos visto cómo la moda sirve como puente entre historia, arte y narrativa. En 2024 llegó a Disney+ la serie Cristóbal Balenciaga, de seis episodios, que cautivó al público. Protagonizada por Alberto San Juan, esta serie nos lleva a la mente del diseñador, narrando su vida y mostrándonos su talento excepcional.
Cristóbal Balenciaga ha dejado un legado en España y en todo el mundo difícil de igualar. Fue y es la excelencia de la alta costura.