Diez años ha, te eligieron para llevar a cabo un ritual.
Los videojuegos siempre se han basado en la repetición. Darse de bruces contra un muro hasta descubrir lo que funciona, aprender y recrear. Cuando el rechoncho demonio lleva lo que parece días preparando su siguiente mazazo sabes que no es buena idea atacar de frente, o al menos lo deberías aprender con el décimo porrazo que te ha mandado de vuelta a la hoguera. Pero incluso un juego infame por ser despiadado es lo suficientemente amable de dejarte intentarlo una y otra vez, las veces que haga falta. Pero qué pasa cuando solo tienes una oportunidad. Qué pasa cuando todo tu entrenamiento culminará en un único tiro del que depende la vida de todo un pueblo. Cada paso hacia ese momento pesa más que el anterior, y eso es precisamente de lo que va Many Nights a Whisper, el nuevo juego del estudio español Deconstructeam en colaboración con Selkie Harbour.
El 29 de abril se publicaba el nuevo proyecto del que es fácilmente una de las desarrolladoras más relevantes en el panorama español. Con apenas mes y medio entre su lanzamiento y el anuncio, el equipo español revelaba que se trataba de un título autopublicado y de corta duración. Pero sería un error pensar en este proyecto como algo secundario o menor dentro de la obra del equipo.
Nos ponemos en la piel de una Soñadora, la persona elegida para llevar a cabo un ritual milenario. Una honda enhebrada con las trenzas de los habitantes del pueblo guarda sus sueños más íntimos. Para hacerlos todos realidad tan solo tenemos que acertar nuestro disparo en el cáliz sagrado que se alza amenazante en la distancia. Pero la ceremonia es un suspiro, y tan solo tendremos esa oportunidad. La piel de la Soñadora pesa.
Hasta el día de la ceremonia el juego nos presenta una rutina basada en entrenar y escuchar los deseos de la gente. Jugablemente la primera experiencia es bastante desalentadora. Apenas conseguimos acertar un tiro en el quinto intento. No tenemos ningún tipo de marcador, si acaso un prompt con los controles que sibilinamente desaparece con los días. La parábola parece imposible de predecir y apenas logra recorrer unos metros. Ni siquiera podemos confiar en que nuestro tiro de en el centro de la pantalla, el recorrido dependerá de qué tan alto disparemos y la distancia que recorra.
Pero esto no va solo de disparar. Al caer la noche debemos atender a las plegarias del resto de habitantes del pueblo para decidir cuál es digna de ser cumplida. Este aspecto, que es casi el 50% del juego, no tiene ningún elemento de gamificación. Puedes aceptar tantos deseos como te apetezca. No tienen ninguna indicación de cuáles deben pasar el filtro más que tu propio criterio. La gente te pedirá desde que su amor sea correspondido hasta la abolición del trabajo. Pero de vez en cuando tu mentor te hablará al respecto y te hará ver que no es tan sencillo como decir que sí a todo. Un sueño puede ser bienintencionado, pero ¿solo por eso debería cumplirse?

Many Nights a Whisper va sobre la presión, pero también sobre los sueños. Con cada nueva plegaria aparecen nuevos dilemas sin respuestas acertadas o equivocadas. Con los temas de los sueños y la presión que nos imponemos el juego revela otros temas mayores que lo gobiernan todo. Porque el juego de Deconstructeam también es un ensayo sobre la naturaleza humana. No solo nos plantea la elección de hacer un deseo realidad o no, sino también por qué soñamos. De lo más mundano brotan los sueños más fantásticos: anhelos que buscan un significado mayor o bonitas mentiras que se convierten en historias.
Pero no tienes mucho tiempo para pensar, porque esto no servirá de nada si fallas tu disparo, así que vuelves a entrenar. Disparar es cada vez más orgánico. Empiezas a apuntar, centras tu objetivo y de repente por intuición sabes que la parábola es la adecuada. Intentas replicarlo una segunda vez y no te vuelve a salir, pero cada vez necesitas menos intentos para descubrir el disparo perfecto. Mientras vas probando con los objetivos de práctica, la vista al cáliz sagrado, el verdadero objetivo, es cada vez más estresante.
Estos dos elementos del juego, aunque claramente separados, no se desarrollan independientemente. Mientras practicas tus tiros las palabras de tu mentor, las plegarias de los habitantes, todas vienen y van a tu mente. El juego no interrumpe con texto tus sesiones de práctica, pero inevitablemente aparecerán en una esquina de tu subconsciente. Otro tiro más. Fallas. “¿Qué querrá decir el mentor con eso del acompañante de la muerte?” Pruebas un nuevo ángulo. Éxito. “Vaya personaje el que me pidió ayer esa tontería de deseo”.
Pocos juegos como Many Nights a Whisper consiguen trasladar tan bien el pulso narrativo en lo jugable. No es que disparar sea interesante más allá de la perfecta puesta en escena, es que la tensión de su planteamiento es la que hace que disparar esté lleno de significado y emoción para el jugador. Esta tensión también funciona gracias a la duración del juego, que está pensado para pasarse de una sentada. Empezamos con un cosquilleo en las manos y acabamos con el estómago dando un vuelco.
La obra de Deconstructeam te involucra con total facilidad en tan solo sus primeros compases. Una de sus mayores marcas es la naturalidad de sus diálogos, y Many Nights a Whisper no es ninguna excepción. Las conversaciones con tu mentor son las que cabría esperar de una persona con la que llevas diez años de tu vida. Personalmente no has vivido esos diez años juntos, pero un par de chistes y frases cariñosas son suficientes para transportarte a ese sentimiento. Y es que la genialidad de este juego reside en eso, aunar la carga de la presión y las preguntas más trascendentales con un tono ligero y amable. Te reíras en voz alta pero también temblarás al tensar la cuerda del último disparo.